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Vida Nueva Cali - Reproductor

sábado, 9 de abril de 2016



10  Abril  2016 / III Domingo de Pascua / Blanco  


PRIMERA LECTURA
Nosotros somos testigos de todo esto y también lo es el Espíritu Santo.

De los Hechos de los Apóstoles 5,27-32.40-41 

En aquellos días, el sumo sacerdote reprendió a los Apóstoles y les dijo: "Les hemos prohibido enseñar en nombre de ese Jesús; sin embargo, ustedes han llenado a Jerusalén con sus enseñanzas y quieren hacernos responsables de la sangre de ese hombre”.

Pedro y los otros Apóstoles replicaron: "Primero hay que obedecer a Dios y luego a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien ustedes dieron muerte colgándolo de la cruz. La mano de Dios lo exaltó y lo ha hecho jefe y salvador, para dar a Israel la gracia de la conversión y el perdón de los pecados.
Nosotros somos testigos de todo esto y también lo es el Espíritu Santo, que Dios ha dado a los que lo obedecen”.

Los miembros del Sanedrín mandaron azotar a los Apóstoles, les prohibieron hablar en nombre de Jesús y los soltaron. Ellos se retiraron del Sanedrín, felices de haber padecido aquellos ultrajes por el nombre de Jesús.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL 
Del salmo 29

R/. Te alabaré, Señor, eternamente. Aleluya.

Te alabaré, Señor, pues no dejaste / que se rieran de mí mis enemigos. / Tú, Señor, me salvaste de la muerte / y a punto de morir, me reviviste. R/.

Alaben al Señor quienes lo aman, / den gracias a su nombre, / porque su ira dura un solo instante / y su bondad, toda la vida. / El llanto nos visita por la tarde; por la mañana, el júbilo. R/.

Escúchame, Señor, y compadécete; / Señor, ven en mi ayuda. / Convertiste mi duelo en alegría, / te alabaré por eso eternamente. R/.

SEGUNDA LECTURA
Digno es el Cordero, que fue inmolado, de recibir el poder y la riqueza.

Del libro del Apocalipsis 5, 11-14

Yo, Juan, tuve una visión, en la cual oí alrededor del trono de los vivientes y los ancianos, la voz de millones y millones de ángeles, que cantaban con voz potente:
"Digno es el Cordero, que fue inmolado, de recibir el poder y la riqueza, la sabiduría y la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza”.

Oí a todas las creaturas que hay en el cielo, en la tierra, debajo de la tierra y en el mar -todo cuanto existe-, que decían: “Al que está sentado en el trono y al Cordero, la alabanza, el honor, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos”.

Y los cuatro vivientes respondían: “Amén” Los veinticuatro ancianos se postraron en tierra y adoraron al que vive por los siglos de los siglos.

Palabra de Dios.

EVANGELIO
Jesús tomó el pan y el pescado y se los dio a los discípulos.

Del Evangelio según san Juan 21, 1-19

En aquel tiempo, Jesús se les apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Se les apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás (llamado el Gemelo), Natanael (el de Caná de Galilea), los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: “Voy a pescar” Ellos le respondieron: “También nosotros vamos contigo”. Salieron y se embarcaron, pero aquella noche no pescaron nada.

Estaba amaneciendo, cuando Jesús se apareció en la orilla, pero los discípulos no lo reconocieron. Jesús les dijo: “Muchachos, ¿han pescado algo?”. Ellos contestaron: “No”. Entonces Él les dijo: “Echen la red a la derecha de la barca y encontrarán peces”. Así lo hicieron, y luego ya no podían jalar la red por tantos pescados.

Entonces el discípulo a quien amaba Jesús le dijo a Pedro: “Es el Señor”. Tan pronto como Simón Pedro oyó decir que era el Señor, se anudó a la cintura la túnica, pues se la había quitado, y se tiró al agua. Los otros discípulos llegaron a la barca, arrastrando la red con los pescados, pues no distaban de tierra más de cien metros.

Tan pronto como saltaron a tierra, vieron unas brasas y sobre ellas un pescado y pan. Jesús les dijo: “Traigan algunos pescados de los que acaban de pescar”. Entonces Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red, repleta de pescados grandes. Eran ciento cincuenta y tres, y a pesar de que eran tantos, no se rompió la red. Luego les dijo Jesús: "Vengan a almorzar” Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: "¿Quién eres?” porque ya sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio y también el pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos después de resucitar de entre los muertos.

Después de almorzar le preguntó Jesús a Simón Pedro: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?” Él le contestó: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero” Jesús le dijo: "Apacienta mis corderos”. Por segunda vez le preguntó: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas?”. Él le respondió: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero”. Jesús le dijo: "Pastorea mis ovejas”. Por tercera vez le preguntó: "Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?” Pedro se entristeció de que Jesús le hubiera preguntado por tercera vez si lo quería y le contestó: "Señor, tú lo sabes todo; tú bien sabes que te quiero”. Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas. Yo te aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías la ropa e ibas a donde querías; pero cuando seas viejo, extenderás los brazos y otro te ceñirá y te llevará a donde no quieras”. Esto se lo dijo para indicarle con qué género de muerte habría de glorificar a Dios. Después le dijo: "Sígueme”.
Palabra del Señor
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SÍ, SEÑOR,TÚ SABES QUE TE QUIERO"
 
La liturgia de este tercer domingo de Pascua sigue insistiendo en la verdad de la Resurrección como centro del kerigma cristiano, y la necesidad de ser testigos de esta Buena Noticia, aún en medio de oposiciones y persecuciones.
 
Verdad: La primera lectura recuerda las consecuencias dolorosas que trae consigo para los apóstoles la fidelidad a la misión de anunciar a Cristo muerto y resucitado, por parte de las autoridades del pueblo. Sin embargo, ellos no se dejan amilanar por los ultrajes y azotes; encuentran en ellos motivos dealegría y de fortaleza para seguir la tarea. Y lo que hacen es seguir el modelo que encuentran en Cristo, el Cordero que recibe la alabanza y el honor de la Iglesia entera, por haberse entregado y haber sido inmolado por nuestra salvación (segunda lectura).

El relato del Evangelio de este día nos presenta dos episodios, estrechamente unidos entre sí: en el primero, se aparece el Resucitado a los discípulos mientras realizaban los trabajos y faenas de la vida cotidiana como era la pesca; allí el Señor insiste en que su condición de resucitado no lo hace menos humano. En el segundo momento, confía a Pedro la misión de apacentar su rebaño, luego de haberle exigido reiteradamente su confesión de amor y fidelidad, y le renueva la llamada vocacional, como al inicio de su amistad.

Nosotros estamos hoy llamados a recordar que somos amigos de Jesús, que lo amamos y encontramos sólo en Él, muerto y resucitado, la razón de ser de nuestra existencia. Renovando nuestra adhesión por amor a Él, también nosotros recibiremos el encargo de una misión que estamos llamados a cumplir como parte activa de la Iglesia, aún en situaciones de persecución, como lo hizo Pedro.

Camino: ¿Realmente siento que el testimonio que estoy llamado a dar del Resucitado en el mundo es fruto sobre todo de una fuerte experiencia de amor?

Vida: Señor Jesús: ayúdanos a cumplir la misión que nos confías, sin dejarnos amilanar por las dificultades y persecuciones. Amén. 


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