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Vida Nueva Cali - Reproductor

miércoles, 6 de abril de 2016


MIERCOLES  6 DE ABRIL DE LA SEGUNDA SEMANA DE PASCUA

EVANGELIO
Dios envió a su Hijo al mundo para que el mundo se salve por Él.
Del Evangelio según san Juan 3, 16-21
“Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga la vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por Él. El que cree en Él no será condenado; pero el que no cree ya está condenado por no haber creído en el Hijo único de Dios.
La causa de la condenación es ésta: habiendo venido la luz del mundo, los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Todo aquel que hace el mal, aborrece la luz y no se acerca a ella, para que sus obras no se descubran. En cambio, el que obra el bien conforme a la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios”.

Palabra del Señor.

 

EL HIJO NOS DEMUESTRA EL COLMO DEL AMOR DE DIOS POR NOSOTROS
Verdad: La narración del libro de los Hechos en la primera lectura de hoy refiere la liberación milagrosa de los apóstoles, que habían sido encarcelados por predicar el Evangelio del Resucitado y obedecer a Dios antes que a las autoridades humanas. Dios envió a su ángel para rescatarlos y puedan seguir dando testimonio del Resucitado. De esta manera queda claro, aquello que escribirá también el apóstol Pablo: “Yo estoy encadenado... pero la Palabra de Dios no está encadenada” (2Tm 2, 9); ningún poder humano puede retener ni impedir el anuncio del Evangelio.
El breve texto del evangelio de hoy presenta la razón de ser de toda la historia de la salvación: el amor infinito de Dios. En este año de la misericordia es hermoso recordar esto. Desde la misma creación, y todo el proceso pedagógico del camino histórico a través del cual el Señor fue conduciendo a la humanidad hasta la plenitud de los tiempos con el envío de su Hijo, todo es manifestación de su bondad y misericordia. En Cristo encarnado, en su ministerio público, sobre todo en su muerte y resurrección, se nos muestra el amor de Dios por nosotros.
Camino: ¿Sé aprovechar todas las circunstancias, aún las adversas, para anunciar el Evangelio y el amor de Dios por nosotros?
Vida: Señor Jesús: el signo más grande del amor de Dios por nosotros, concédenos la gracia de corresponder mediante el amor y servicio al prójimo. Amén. 

 




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