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Vida Nueva Cali - Reproductor

sábado, 4 de junio de 2016


Décimo domingo del tiempo ordinario
El apostolado como servicio a la vida
1Reyes. 17,17-24: «Tu hijo está vivo»
Samo. 30(29): «Te ensalzaré, Señor, porque me has librado»
Gálatas. 1,11-19: «Se dignó revelar en mí a su Hijo, para que yo lo anunciara a los
San Lucas 7,11-17: «¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!»
En el nombre de Dios, Elías, devuelve la vida al hijo de su anfitriona. Así es totalmente reconocido como hombre de Dios y sus palabras y predicación se hacen plenamente creíbles. Nadie realiza buenas obras extraordinarias a no ser que Dios esté con él.
La certeza de la permanente bondad de Dios nos hace reaccionar y expresar nuestra alabanza en acción de gracias. Es lo que expresamos con el salmo: «te ensalzaré, Señor... sacaste mi vida del abismo, me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa... cambiaste mi luto en danzas». Tenemos razón también nosotros, sobre todo sabiendo que Cristo hace milagros aún mayores, de ir repitiendo con la antífona del salmo: «te ensalzaré, Señor, porque me has librado».
Un versículo de la Carta de San Pablo a los Gálatas es particularmente importante. Comunica una buena descripción de lo que es el apostolado: «El que me escogió antes de mi nacimiento y me llamó por su gracia». El apostolado, por consiguiente, es una llamada personal de Dios. «Decidió revelarme a su Hijo»: el apostolado surge de un encuentro con Cristo. «Para que comunicara entre los gentiles la buena nueva concerniente a El»: el apóstol es un enviado de Dios.
Jesús no realizó el milagro de resucitar a la gente muy a menudo. El Evangelio de hoy es una de esas raras ocasiones. ¿Qué podemos aprender de este relato, además del hecho que por esta clase de milagros Jesús confirmaba su divina misión y daba la felicidad a una pobre viuda? Al devolver la vida a un muchacho muerto, Jesús está mostrando que él es fuente de vida, que vino para traer a la gente toda forma de vida:
«Vine para traer vida en abundancia». Dios es vida. El destino del hombre es vivir, crecer   en la vida verdadera, aun más allá de la muerte. Por eso «la gloria de Dios es la vida del hombre», y el pecado es siempre una forma de muerte.
Por eso la obra liberadora de Cristo implica una liberación de los peligros de la vida. Del hambre y las enfermedades, hasta la muerte permanente, y sobre todo la liberación de la muerte del espíritu (el pecado). Más aún, Cristo vino a transformar, por su gracia salvadora, nuestra vida puramente humana en la vida divina de los hijos de Dios. Como cristianos y seguidores del Dios de la vida, debemos ser partidarios de la vida, y contrarios a las amenazas actuales por destruirla vida: violencia, abortó, miseria, odio y ateísmo;
Algunas preguntas para pensar durante la semana
1. ¿Concibo el cristianismo primeramente como vida?

2. Piensa en los actuales peligros de la vida en nuestra sociedad en el sentido material y espiritual.

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