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DOMINGO DEL TEIMPO ORDINARIO
LA
CARIDAD UNIVERSAL
Levítico 19,1-2.17-18:
«Amarás a tu prójimo como a ti mismo»
Salmo 103(102): «Bendice,
alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre»
1Corintios. 3,16-23: «Todo
es de ustedes, ustedes de Cristo y Cristo de Dios»
San Mateo 5,38-48 (Lc 6,
27s.32-36): «Amen a sus enemigos»
El tema litúrgico de hoy es
el amor y la misericordia universal En la primera lectura la Palabra nos
recuerda los mandamientos de Dios, entregados a Moisés con fraterno amor. Dios
está diciendo: «ustedes deben ser santos como yo lo soy». Por lo tanto nunca
odien a sus hermanos. Amen a sus prójimos como a ustedes mismos.
San Pablo nos da en este
texto la razón profunda del amor fraterno: toda persona es templo de Dios (o
está llamado a serlo), y su Espíritu habita en nosotros. Por lo tanto cada
persona tiene algo de sagrado; hacerle un daño afecta directamente a Dios,
misteriosamente presente en cada persona.
Una vez más, en sus
exigencias en el sermón de la montaña, Jesús va más allá de la ley de Moisés.
(Supera interpretación de los diez mandamientos hecha `por el Antiguo
Testamento. Jesús destaca, por sobre todos, el mandamiento del amor fraterno, e
introduce varias novedades:
Primero: La venganza no es
cristiana, aun sí está aparentemente justificada. Sus palabras sobre el tema
han de ser entendidas en este sentido, y no como una llamada a la debilidad o a
la pasividad: «No ofrezcan resistencia a las injurias... cuando una persona te
golpea en la mejilla derecha, ofrécele la otra...».
Segundo: Jesús dice que
también debemos amar a los enemigos y orar por ellos. Porque si no los amamos y
perdonamos, no vamos más allá de la antigua ley (donde el amor y el perdón sólo
alcanzaba al pueblo elegido). Y no somos diferentes de los paganos o de
cualquier persona común, pues todos son buenos con sus amigos.
¿Y por qué amar y ser buenos
con nuestros enemigos y perseguidores? Porque Dios es así, y nosotros somos sus
hijos e imitadores. Dios es universal en su caridad; gente buena y mala reciben
su vida y sus dones.
Resumiendo, la caridad
cristiana no es sólo amar al prójimo como a nosotros mismos («no hagas a los
demás lo que no quieres que hagan Contigo»), sino amar al prójimo como Dios lo
ama.
Algunas preguntas para
pensar durante la semana
1. ¿Cuál es mi-actitud con
mis enemigos (en el sentido amplió de la palabra)?
2. Dada la ocasión, ¿qué
gesto podría yo hacer para expresar perdón a un «enemigo»?
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