ASCENSION
DEL SEÑOR
Esperar
el futuro mejorando el presente
Hechos 1, 1-11: «Lo vieron levantarse»
Salmo 47(46): «Dios asciende
entre aclamaciones»
Efesios 1,17-23: «Lo sentó a su derecha en el cielo»
San Mateo 28,16-20: «Se me ha dado pleno poder en el
cielo y en la tierra»
El tiempo de Resurrección
termina con la Ascensión y Pentecostés; estos tres acontecimientos expresan el
mismo misterio cristiano. Por lo tanto esta primera lectura de los Hechos no
sólo da cuenta del hecho de la Ascensión, sino de toda la actividad pascual de Cristo
entre los discípulos. Pongan atención a las últimas palabras: «¿Por qué se
quedan ahí parados mirando al cielo?». La Ascensión no es una llamada a la
evasión, sino a trabajar por el Reino.
El salmo 47(46) no puede ser
más adecuado para hoy. Invita a los pueblos a batir palmas porque «Dios
asciende entre aclamaciones, el Señor, al son de trompetas». El salmista lo
decía de Yahvé, con ocasión de alguna victoria. Nosotros, después de la Pascua,
del Señor, lo cantamos con entusiasmo confesando nuestra fe en la victoria de
Cristo Jesús.
Lo que San Pablo está
diciendo hoy, en su mensaje a los Efesios, es que la Ascensión es la última
etapa de la glorificación de Cristo después de su muerte. La Ascensión es
también un símbolo de Jesús que se establece para siempre como Señor de toda
creatura. Pero una vez más, su señorío no es a la manera del mundo, sino a la
manera de un liberador confiable.
En el momento de su
Ascensión Jesús no sólo habló sobre el cielo y la vida futura, y de seguirlo a
él al cielo después de la muerte. Jesús habló igualmente sobre la tierra y
sobre la responsabilidad de todo discípulo de llevar el Reino de los cielos a
este mundo.
La gloria de la Ascensión al
cielo es una llamada para todos, pero como última etapa de una vida vivida de
acuerdo con esta llamada. El cielo de cada hombre se prepara y de alguna manera
se anticipa en este mundo. Esto es lo que quiere decir la predicación y promoción
del Evangelio del Reino, aquí y ahora.
No debe entonces sorprendernos
que el acontecimiento de la Ascensión del Señor sea también el acontecimiento
del comienzo de la misión de la Iglesia en el mundo entero: «Vayan y hagan
discípulos en todas las naciones»... y así en adelante. Algunos discípulos
deseaban seguir contemplando a Jesús en el cielo, pero Jesús los envía de
vuelta a trabajar por el bien de los demás. En el cristianismo, contemplación y
oración, apostolado y compromiso, van siempre juntos.
Algunas preguntas para
pensar durante la semana
1. ¿Miro a la religión como
una evasión para momentos difíciles, o como un servicio a los demás?
2. ¿Encuentro que en mi vida
cristiana hay elementos de amistad con Dios y oración, junto con elementos de
servicio y apostolado?
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