4°
domingo de Pascua
Jesucristo, Puerta y Pastor de las
ovejas
Hechos 2,14a.36-41: «Dios lo
ha constituido Señor y Mesías»
Salmo 23(22): «El Señor es mi pastor, nada me falta»
1 Pedro 2, 20b-25: «Ustedes
han vuelto al pastor de sus vidas»
San Juan 10,1-10: «Yo soy la
puerta de las ovejas»
San Pedro aprovecha la
primera ocasión para resumir que esa historia de insatisfacción, ansiedad y
esperanza, desemboca en Jesús que es, pese a sus apariencias de sencillez,
aquel Mesías anhelado que Dios ha constituido como Señor. No un señor
cualquiera de los que se rodean de boato y poder pero no pueden hacer nada,
sólo aparentan. Este Jesús, sencillo, de familia humilde, pero elegido por
Dios. es la figura del Pastor, Guia y Señor que Dios nos propone. Parece la
contrafigura del éxito y la apariencia, lo opuesto al poder y a la imposición.
Para el salmista, la
confianza y la seguridad se basan en la bondad y la misericordia de un Dios lleno
de ternura y comprensión hacia una humanidad siempre frágil y tantas veces rota
y desgarrada por lo que ve y sufre, un Dios compañero de camino para defender
de los peligros y, así, dar seguridad y, al final, anfitrión que nos hospeda en
su casa y «nos prepara una mesa».
En su primera carta, enseña
San Pedro, que el cristiano está convocado a configurarse con la persona de
Cristo, no sólo en su gloria, sino en Pasión. Cristo padeció y, así, nos dejó
un ejemplo para que sigamos sus huellas., Cristo es aquél que en sus heridas
nos sana. El cristiano está llamado a vivir como el maestro el sufrimiento
injusto, devolviendo bien por mal, cumpliendo, así, la voluntad de Dios y
experimentando la verdadera gracia divina que se nos regala.
En este Domingo 4o de
Pascua, del ciclo A, el evangelio según San Juan nos presenta Jesús cómo la
puerta de las ovejas y el verdadero pastor. El mensaje central con la figura de
la puerta y el Buen Pastor, como Juan la presenta, no es la misericordia, ni siquiera
la bondad, sino una relación misteriosa que ya existe entre Jesús y el Padre y
que se reproduce de algún modo entre el pastor y las ovejas. El pastor «saca» (vv.
3b.4a) a las ovejas del aprisco, del redil... Jesús «saca» (v. 3) a sus ovejas
del judaísmo, como de una fase de la revelación superada por él. La puerta de
salida es él mismo (cfr. v. 9). Y las ovejas lo escuchan y lo siguen: es otra
manera de decir que las ovejas «creen» en su pastor y le creen a Él. Escuchar
su voz para obedecerle, es el auténtico fruto del amor: cumplir su voluntad.
En el «Domingo del Buen
Pastor» haremos bien en examinarnos si nosotros somos «buenas ovejas», «buenos
obreros del Evangelio», buenos discípulos de Cristo Jesús, con una relación
vital e interpersonal con Él, no sólo «creyendo en él», sino siguiéndolo...
Porque nos ha dicho Pedro que Cristo «nos dejó un ejemplo para que sigamos sus
huellas».
Algunas preguntas para
pensar durante la semana
1. ¿Estoy convencido que
Cristo me quiere como soy, aun en mis momentos malos y defectuosos?
2. ¿Imito a Jesús el Buen
Pastor en el servicio al Pueblo e Dios, en la educación de mis hijos, o como
profesor, o en cualquiera que sea mi trabajo en la vida?
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