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viernes, 7 de julio de 2017

DOMINGO 9 DE JULIO



14° domingo del tiempo ordinario
La grandeza de la humildad
Lecturas:
Zacarías 9,9-10: «Mira a tu Rey que viene a tí modesto»
Salmo. 145(144): «El Señor es grande y muy digno de alabanza»
Romanos 8, 9.11-13: «Si con el Espíritu dan muerte a las obras del cuerpo, vivirán»
San Mateo 11, 25-30: «Soy manso y humilde de corazón»
Comentario:
La humildad de Cristo y la humildad cristiana es el tema de esta liturgia. Está introducido por la visión futura del profeta de la aparición de Jesús como rey y señor. El trae justicia y liberación, pero por el camino de la modestia y la humildad. En su momento de victoria, muestra su simplicidad montando un asno. (Una referencia clara a los acontecimientos del domingo de ramos).
Según S. Pablo hay dos estilos de vida. Vivir de acuerdo a la carne, o de acuerdo al Espíritu. Puesto que el Espíritu se nos ha dado, estamos llamados a superar 'la carne": orgullo, egoísmo, la vida centrada en nosotros. Y estamos llamados a vivir según el espíritu de Jesús: humildad, simplicidad, abnegación.
Hay dos partes en Evangelio de este Domingo, relacionadas mutuamente. En la primera parte Jesús alaba la humildad. En la segunda parte se presenta como modelo de humildad cristiana.
Jesús alaba a la gente sencilla y humilde porque están preparados a comprender y a participar en su Reino. Más aún, la humildad o pobreza de corazón es condición para recibir los dones de Dios, la verdadera fe, la verdadera esperanza, la verdadera caridad. Ello se le niega al orgulloso y "sabio" según "la carne", puesto que la auto-suficiencia es incompatible con la comprensión de los valores del Evangelio. Se nos recuerda una vez más la primera Bienaventuranza: "Bienaventurados los pobres de espíritu; el Reino de Dios les pertenece".
Con todo, esta humildad cristiana es camino de seguimiento de Jesús, humilde y pobre de espíritu. Jesús es la encarnación del "bienaventurado" y del humilde, la fuente de la auténtica humildad. "Aprendan de mí... Vengan a mí..".
Es vivir la verdad sobre nosotros mismos. No es ninguna forma de complejo de inferioridad o cosa parecida. Es reconocer nuestros propios valores y cualidades sin vanidad, puesto que los hemos recibido de Dios. Es también reconocer nuestros defectos, y nuestra condición pecadora como esencial a nuestro ser. Es vivir de acuerdo con la verdad que somos creaturas de Dios, totalmente dependientes de él, y poner nuestras vidas, confiadamente, en sus manos.
Algunas preguntas para pensar durante la semana
1. ¿Qué es la humildad cristiana; la auténtica humildad?
2. ¿De qué maneras expreso mi orgullo?

3. ¿Cuál es mi reacción cuando experimento alguna humillación?

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