19° DOMINGO DEL TIEMPO
ORDINARIO
LA
FE QUE LIBERA
1Reyes 19, 9a. 1113a: «Ponte
en pie en el monte ante el Señor»
Salmo 85 (84): «Muéstranos,
Señor, tu misericordia y danos tu salvación»
Romanos 9,1-5: «Quisiera ser
un proscrito, por el bien de mis hermanos».
San Mateo 14, 22-.23:
«Mándame ir hacia Tí andando sobre el agua».
El profeta Elias detecta la
presencia y la palabra de Dios en el susurro de la brisa. No en el huracán, ni
en el fuego ni en el terremoto. Este acontecimiento bíblico es místico y
simbólico. Experimentar a Dios que nos habla en nuestras vidas, exige silencio
y sencillez. Puesto que Dios no se revela usualmente en el bullicio de los
asuntos mundanos y de la publicidad, ni en la atracción de lo espectacular.
San Pablo, por supuesto, era
un cristiano, pero también era un judío, por nacimiento y cultura. Y como judío
su corazón sufría por la situación religiosa de los dirigentes de su pueblo,
que hasta el momento habían rechazado a Jesús. No hay incompatibilidad entre ser
un buen católico y un buen ciudadano. Por el contrario, la fe da nuevos
fundamentos para preocuparnos por nuestro país y nuestros conciudadanos.
Algunos puntos importantes
de este Evangelio:
a) Jesús va a la montaña a
rezar solo. Este hecho está citado muchas veces en los Evangelios; la oración
de Jesús impresionó a sus discípulos. Jesús quiso orar y lo necesitaba. Por la
oración expresó su amor e intimidad con el Padre; por su oración contribuyó a
nuestra redención. Y nosotros estamos llamados a participar en la oración de
Jesús.
b) los discípulos en el lago
estaban atemorizados al acercarse Jesús. Lo tomaron por un fantasma. Y Jesús
los reprendió por su fe débil, y por su miedo. Ver fantasmas donde no los hay,
tener miedo de Dios o cosas parecidas, son formas de ansiedad religiosa y a menudo
de superstición. De acuerdo con este episodio del Evangelio, estas actitudes
tienen que ver con una fe pobre. Podemos entonces decir -apoyados igualmente en
la experiencia común- que una fe débil lleva fácilmente al miedo y a la
superstición, mientras que una fe fuerte expulsa el miedo y la superstición. Y
la gente «fuerte» que afirma no necesitar la fe, tiene a menudo supersticiones
escondidas y creencias extrañas. Lo que muestra la experiencia, lo confirman
las palabras de Jesús en el Evangelio.
Algunas preguntas para
pensar durante la semana
1. ¿De qué maneras confundo
a Dios con algo miedoso?
2. ¿De qué maneras mi fe me
ayuda a eliminar los temores y las creencias irracionales?
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