22° domingo del tiempo
ordinario
La
seducción de Dios
Lecturas:
Jeremías 20, 7-9: «La Palabra del Señor se volvió
oprobio para mí»
Salmo 63 (62): «Mi alma está
sedienta de Tí»
Romanos 12,1-2: «Ofrézcanse
ustedes mismos como sacrificio vivo».
San Mateo 16, 21-27: «El que
quiera venirse conmigo que se niegue a sí mismo».
Comentario:
En las lecturas de este
domingo vamos a reflexionar en la seducción de Dios. Esa fue la experiencia de
los profetas: fueron seducidos y "forzados" por Dios a hablar. A aceptar
la hostilidad y la persecución. A vivir según la palabra de Dios. La seducción
de Dios -«enamorarse de Dios»- es la raíz de la experiencia cristiana. En el de
hoy el profeta se queja amargamente a Dios porque su vocación le ha traído sólo
disgustos y persecuciones, porque no sólo tiene que anunciar, sino muchas veces
denunciar las cosas que van mal en aquel período inmediatamente anterior al
definitivo destierro. Sus palabras le hacen odioso al pueblo y, sobre todo, a
las clases dirigentes.
San Pablo nos recuerda que
la renuncia y el propio sacrificio son una dimensión necesaria de la vida.
Sabemos también que estas dimensiones son liberadoras de uno mismo. Por otra
parte sabemos qué difícil es esto. Fuera de un contexto cristiano, estas exigencias
pueden ser opresivas. ¿Por qué los santos las siguen? ¿Y de algún modo también
nosotros? Porque la seducción de Dios viene primero. Una vez que se está "enamorado",
se pueden hacer cosas muy difíciles.
La seducción y el amor de
Dios, el amor a los demás, los valores humanos y cristianos en general, son
incompatibles con el culto y apego a «ídolos»: personas, cosas, poder, dinero,
placer, egoísmo y cosas parecidas. Algunas de estas cosas son malas en sí
mismas; algunas son buenas, pero se hacen «idolatría» cuando substituyen a
Dios. Por lo tanto la vida cristiana es también el liberarse de idolatrías.
Este es el lado «negativo»
del estilo de vida cristiana. No es el fin principal de la espiritualidad, que
es el crecimiento en el amor, sino que, como se dijo más arriba, es un medio
necesario.
Jesús está hablando de la
liberación interior del hombre, tan necesaria en todas las formas de
liberaciones. Jesús está hablando sobre el absoluto de Dios y lo relativo de lo
demás cuando se trata de escoger entre los dos. De ahí sus palabras: "¿De
qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si se pierde a sí mismo?"
Algunas preguntas para
pensar durante la semana:
1. ¿Cómo experimento -o
experimenté- la seducción de Dios?
2 ¿Considero la renuncia y
exigencias similares como liberadoras?
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